¡Azúcar sin culpa! ¿Crees que te ayudaría a bajar de peso?
- piaaguilarsta
- 17 jul
- 2 Min. de lectura

Hacer las paces con el azúcar, una mirada amorosa desde la consciencia.
Desde tiempo atrás, muchos de nosotros hemos vivido una relación confusa con el azúcar. Algunas veces como consuelo, otras como premio, y muy a menudo con culpa. En nuestra cultura, el azúcar ha estado asociada a celebraciones, afecto y cuidado, pero también a excesos, restricciones y castigos.
¿Podemos sanar esta relación?
La respuesta es sí. Y podemos hacerlo desde la consciencia, el amor y herramientas como información y afirmaciones que llegan al subconsciente y cambian nuestros modelos de comportamiento.
Primero debemos comprender el origen emocional del deseo por lo dulce.
Detrás del antojo de azúcar no siempre hay hambre. A veces hay una necesidad no satisfecha de dulzura emocional, de alivio o de conexión. Muchas veces, desde la infancia, se nos ofreció algo dulce cuando estábamos tristes o enfermos, y el subconsciente lo aprendió como una vía para autorregularse emocionalmente. En lugar de juzgarnos por esto, es importante mirarlo con compasión.
Las meditaciones hipnóticas nos ayuda a identificar los patrones mentales automáticos que nos llevan a buscar azúcar sin pensarlo. A través de visualizaciones, replanteamientos y anclajes, podemos crear nuevas rutas neuronales para responder de otra manera ante los mismos estímulos.
También las afirmaciones, que son frases repetidas con intención y regularidad penetran en la mente subconsciente, que es la responsable del 95% de nuestras decisiones cotidianas.
Cuando el mensaje que le damos a nuestra mente es coherente, amoroso y constante, ella lo acepta como verdad y lo convierte en un nuevo hábito interno.
Estas afirmaciones funcionan mejor si las repites en estado de relajación justo al despertar o antes de dormir, que son los momentos idóneos para hacer las meditaciones, permitiendo que cada palabra baje más allá de lo mental y se siembre en tu interior, como un acto amoroso hacia ti mismo.
El azúcar no es tu enemigo.
En lugar de prohibirnos el azúcar, podemos empezar a verla como una sustancia que podemos elegir desde el equilibrio y el autocuidado. Escuchar al cuerpo y preguntarse: “¿Esto lo como para sentirme mejor o para lastimarme sin darme cuenta?” nos devuelve el poder de decidir desde la consciencia.
Podemos permitirnos un postre, una fruta dulce o un antojo especial… pero desde un espacio interno de presencia, no de urgencia ni castigo. Al hacer esto, el azúcar deja de tener poder sobre nosotros, porque ya no la usamos para tapar vacíos, sino que la elegimos (o no) desde el amor.
Sanar la relación con el azúcar no es una batalla, sino una reconciliación. No se trata de control, sino de consciencia. Y cuando combinamos herramientas como las meditaciones hipnóticas y una mirada amorosa hacia nuestras emociones, el cambio no solo es posible, sino duradero.
Tu cuerpo no es tu enemigo. Tu deseo de dulzura no es una debilidad. Es una invitación a mirarte con ternura y darte lo que realmente necesitas: atención, contención, y amor propio
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